Me presentaré.
Mi nombre es Federica Marchini, una pequeña provinciana ya la vez una chica sencilla, risueña y alegre, de unos veintiséis años, que acaba de celebrar, haber hecho ayer, «6 de noviembre de 2013», ¡totalmente mediterránea!
Mi vestido de dibujos animados y Wonder Woman está completamente idealizado, hecho, cosido y empaquetado por mí y las maravillosas manos de mi madre. la historia de mi vestido está conectada con un mal momento que tuve que aceptar, comprender y corregir apenas el año pasado. recuerdo de dolor severo experimentado en el estómago en la parte inferior del abdomen, dolores de cabeza y mareos, especialmente concentrados en la parte inferior del cuerpo desde las caderas hasta los tobillos, intentos asustados de investigar el problema, sottopondendomi a repetidos análisis de sangre y visitas a especialistas. Recién en octubre de 2012 se descubrió una reacción positiva al virus del papiloma humano Trezo Stadium, ya muy avanzado, tan peligroso para el cuello uterino. Me sentí terrible desde todos los puntos de vista, es decir, desde el físico, psicológico, social, profesional, personal e íntimo. Yo trabajadores en marzo de 2013. No quería salir, solo de pensarlo me enfurecía: odiaba mi maquillaje, uso faldas, blusas, pantalones ajustados, vestidos y tacones. Me convertí en un extraño a mis ojos y podía ver a cualquiera, especialmente a familiares, amigos y compañeros de trabajo. cada uno de ellos puede decir que yo no soy esa niña: según ellos, nací con tacones y en joyería camino como una bolsa. Compré tela en una tienda de la zona. corona, guantes y fajín y estrellas doradas falsas, un top rojo en una tienda de moda donde apliqué el escudo del personaje, un águila, con papel adhesivo de doble cara en dorado. el látigo, por supuesto, es de oro, es un cordón trenzado que conduce a una majestuosidad fuerte y gloriosa, está equipado con una mujer maravilla que le muestra cada puntata americana. ya que unos años a los que le puse cascabeles de plata, hasta me compré una capa roja hace mucho tiempo, me robé un soldado romano de mi disfraz de carnaval. Mamá, con santa paciencia, cosió dos tiras de tul a la capa, una azul y otra blanca, y estrellas amarillas, rojas y plateadas, algunas incluso fluorescentes, para que pareciera lo más posible una bata de superheroína real, y brillara. ¡incluso por la noche!
esta es mi historia… Salí gloriosamente del túnel de la depresión y hoy me siento feliz, fuerte, responsable y radiante.
la vida es bella y hay que vivir cada momento con una sonrisa en los labios! Federica