Mi hijo de 8 años se cansó de ser lindo en Halloween y se le ocurrió este disfraz de Halloween sin cabeza.
Usamos una vieja mochila con ruedas, un trozo de madera envuelto en espuma para los hombros, una percha envuelta en espuma para los brazos y un viejo camisón.
Teñimos su cabello de blanco. Fue un éxito. A todos les gustaba, y lo más caro era la sangre. Era la ropa más barata.