Este año involucramos a la familia en la diversión de disfraces. Hacer el disfraz de Russell fue un poco más tedioso que hurgar en el armario de mi abuelo en busca de pantalones marrones, pero al final valió la pena pintar a mano cada insignia.
El cinturón se cortó y cosió con una tela marrón que se encuentra en una tienda de segunda mano, y el emblema del explorador de la vida silvestre en el sombrero amarillo se cortó y se unió con pegamento caliente.
Hay un dicho que dice que los niños y los perros son lo más difícil en el mundo del espectáculo para trabajar… Bueno, agregue globos a esa lista. HOMBRE, estas piezas de goma tienen mente propia. Al final, valió la pena todas las quemaduras de pegamento caliente y el jugueteo con los globos porque logré vincularme con el abuelo y hacer que los niños sonrieran y gritaran «¡¡ARRIBA!! Hola, mi nombre es…»